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  • Foto del escritorM. Tulia Pérez Bocanegra

Al rescate de los médicos tradicionales mayas.

Actualizado: 18 jul 2023

En México existe una gran cantidad de técnicas, saberes y prácticas fundadas en teorías, tradiciones y experiencias propias de diferentes culturas que son empleados para mantener la salud física y mental. Esta medicina tradicional o alternativa se lleva a cabo desde tiempos inmemoriales por todos los pueblos que habitan el territorio mexicano y entre ellos, los mayas. Abarca los conocimientos y prácticas médicas realizadas por los terapeutas tradicionales mayas actuales, que incluye la herbolaria medicinal, la partería, las técnicas de masaje, el acomodamiento de huesos y los hmenes.

Don Felipe, sacerdote maya de la comunidad de Chunyaxnix, hace el llamado a los aluxes empleando un silbato con figura de mono.

A sus portadores se les llama, dentro de la cultura popular, “médicos tradicionales”. En el estado de Campeche actualmente podemos encontrar, entre otros, a tres practicantes de esta medicina alternativa: el hierbatero Manuelinas Huitz, el huesero Evelio Moo y al sacerdote maya Felipe Poot. Sin embargo, existe una preocupación latente: que el conocimiento de los médicos tradicionales, en su mayoría son adultos mayores en edad avanzada, podría perderse al no haber un interés por aprender por parte de algún miembro de la familia y así heredar sus saberes.


“…Que cuando nace un futuro hmen viene con algunas señas que indican que deberá ser instruido como sacerdote maya, es su destino” indican los pobladores de la localidad de Chunyaxnic,en el municipio de Hopelchén, Campeche.


sacerdote maya y piedras de sanación.
El hmen muestra las figuras conocidas como el cristal y el sacerdote maya.

El hmen, don Felipe Poot, relata cómo su abuelo, a la edad de 10 años, lo instruyó para ponerlo a prueba en repetidas ocasiones y estar listo para heredar su sabiduría en medicina tradicional, pero sobretodo, ser elegido y reconocido por los aluxes. En la mitología maya, los aluxes (kanan koolo’ob) son los señores protectores del monte y de las milpas.



Para el sacerdote maya don Felipe Poot, relató su experiencia “… en una ocasión mi abuelo me indicó que debía permanecer sentado al pie del árbol de pich y esperar mientras él hacía un trabajo, después de varias horas me preguntó que si había visto o experimentado algo; yo le respondí que sólo sentí un fuerte viento en forma de remolino. La declaración de don Felipe, pone de manifiesto el fuerte arraigo que la tradición de los “vientos” y los “aluxes” tienen sobre la cosmovisión del maya peninsular, al considerar actos propios en los seres sobrenaturales que habitan los montes mayas. Este fue el primer indicio, a su corta edad, de que estaba destinado a ser un hmen.


En otra ocasión, don Felipe cuenta cómo obtuvo una piedras mayas de la Epoca Prehispánica, él las considera unas piezas valiosas que provinieron de la selva como regalo de los aluxes: “adentrándome en la selva y cerca de un bejuco, encontré varias figuras como el “mono, el cristal, el sacerdote maya, el zastun, entre otras piedras” en mi caminar tropezé y me detuve en una gran piedra y al moverla los hallé.


El zastun, del maya zaas: claro, blanco, o transparente, y tun: piedra. Es la principal herramienta para el hmen, ya que a través de esta “piedra de cristal” se pueden ver las enfermedades y las cosas futuras de los hombres “gracias a que Dios dio poder sobre él para mostrar las cosas buenas y malas”. El hmen es el único individuo que puede hacer uso del zastun ya que conoce sus propiedades y sabe leerlo.


hmen, sanador maya en entrada de cueva.
Don Felipe Poot en la entrada de una cueva en su comunidad. En la cosmovisión maya las cavernas eran consideradas lugares sagrados y de devoción. (Bonor, 1989, Awe, 1994) .

Este acontecimiento, significó para él, reconocerse como un hmen, los hombres más sabios de la selva, heredero y poseedor de este saber maya. Mostró las piedras para sanar que le entregaron los aluxes y los cuales considera sagrados, además de manifestar su alegría y un honor el desempeñar este trabajo, pues es una herencia de sus antepasados como parte de una tradición ancestral. Señala que a su hijo, lo está preparando para continuar con su legado: “ mi hijo está ocupado trabajando en Mérida pero espero que pronto regrese y pueda transmitirle todo mi saber”.



Don Evelio Moo Colli es habitante del poblado de Hopelchén, Campeche y desde hace 55 años se dedica a la medicina tradicional. “Arreglo huesos, sobo el cuerpo, hago pinchadas de brazo y de cabeza para bajar la inflamación” señaló durante la entrevista. Es de los pocos médicos tradicionales vivientes que continúan aplicando sus conocimientos pese al cierre de espacios como el Consejo Local de Médicos Indígenas de los Chenes “COLMICH” en el municipio, ya sea por falta de apoyo económico y también ante la presencia del virus Covid-19 en el poblado.


Don Evelio realiza “pinchadas” con una espina de pescado, para bajar la inflamación.

A sus 80 años de edad, ya comienza a fallar su memoria y con ellos sus recuerdos de tantos casos que trató a lo largo de su vida. Don Evelio es consciente de ello por lo que ya está preparando a su nieto para heredarle el conocimiento que en algún momento le transmitieron sus ancestros mayas.



El señor “Manuelinas”, mejor conocido así por los pomunchenses, es guardián de la zona territorial de árboles curativos y cuya herencia se ha delegado al yerbatero en turno a lo largo de los años; es una tradición maya y “Don Manuelinas” sabe de su valor y el compromiso, pasión y amor que tiene con los árboles, así como con sus pacientes del poblado. Desde la antigüedad los mayas empleaban el árbol palo mulato o “chakáh” para tratar múltiples enfermedades como la irritación cutánea, infección intestinal, dolor de muelas; ayuda a tratar el reumatismo, a bajar la fiebre y muchas otras propiedades más. Más de 450 especies de plantas alberga el terreno que custodia don “Manuelinas” en el poblado de Pomuch, Campeche.



Víctor Manuel Huitz Góngora es originario de Pomuch, Campeche. Como herencia familiar de sus tíos, desde la edad de 9 años, recibió el conocimiento del arte de la herbolaria; desde hace cincuenta años ha tratado y ayudado a gente de su comunidad y del resto del territorio campechano. Al cumplir 22 años de edad viajó a la selva lacandona, especialmente para reafirmar sus conocimientos en el sistema curativo de las plantas.


Más de 120 clases de plantas curativas muestra con orgullo el señor Víctor Manuel, listas para ser transportadas al mercado de la ciudad y al hospital de Hopelchén, Campeche; lugares que frecuenta constantemente para tratar a sus clientes y vender sus productos curativos y medicinales. Las hierbas las mantiene separadas en bolsitas y cuenta con plantas como la cañafístola, cola de caballo, alcachofa, mansa, el muérdago, la manzanilla, la “cáscara sagrada y el chaparro amargo” que es empleada para la diabetes; el palo de tres costillas, la uña de gato, el palo azul, la hoja de pingüica o chinkuili. Semillas para los nervios, el insomnio, la ansiedad entre otros más con propiedades curativas.


Don Víctor, es reconocido como un gran yerbatero “atinado”, por lo que constantemente recibe en su casa a gente de los estados vecinos del sur. Su familia en general le auxilia en el tratamiento para sus pacientes pero de sus cinco hijos y doce nietos, no hay alguno que se interese en heredar su saber.




Es importante reconocer y visibilizar la práctica de los médicos tradicionales mayas en la actualidad, la cual presenta un panorama de olvido, rezago y un riesgo latente de desaparecer. Siendo el factor principal la edad avanzada de la mayoría de estos “sanadores” lo que amenaza su permanencia y transmisión de sus saberes, en lo que a medicina alternativa se refiere. Otro aspecto importante es la falta de interés de las nuevas generaciones en aprender dichas creencias por considerarlas obsoletas o simplemente avergonzarse de sus orígenes mayas.

Es de suma importancia concientizar que de desaparecer los curanderos mayas, se lleva el riesgo de perder lo que ellos de forma empírica conocen, pues poseen el conocimiento científico de la herbolaria y se perdería así la aplicación de la gran riqueza de la biodiversidad vegetal de la península de Yucatán.

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