LOS LIMPIADORES DE HUESOS
- M. Tulia Pérez Bocanegra
- 3 nov 2016
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 11 ago 2022
Benancio Tuz Chi llega a limpiar hasta 50 esqueletos por día. Por sus manos pasan los restos de las personas que algún día caminaron, rieron y amaron en Pomuch, Campeche. Es el sepulturero de un poblado donde en las vísperas del 1 y 2 de noviembre los habitantes van y vienen del camposanto para limpiar las osamentas de sus seres queridos y darles la bienvenida cada Día de Muertos en su visita desde el Xibalbá, el inframundo maya.


Tienen que pasar por lo menos tres años antes de que los restos de un ser querido sean exhumados, fraccionados y almacenados en un osario: una caja de 30 por 60 centímetros que albergará por décadas sus huesos sobre coloridos paños bordados con el nombre, la edad y figuras que van desde ángeles hasta rosas, de acuerdo al sexo, personalidad y edad del difunto. La tradición dicta que las cajas deben permanecer abiertas con los cráneos en la cima de los huesos para que les de la luz del sol y el aire fresco.



Los huesos se blanquean a medida que pasa el tiempo. Petronia Collí Pantí, habitante de Pomuch, observa como limpian los restos óseos de su tatarabuela, la señora Casimira Tuz, quien falleció hace 35 años. Transcurrido ese tiempo, los huesos del difunto suelen tornarse de un color casi blanco, a diferencia de los más recientes, oscuros y con restos de tejido.



El Choo Ba’ak o lavado de huesos es una costumbre heredada desde tiempos prehispánicos en Pomuch, Hecelchakán. Es un acto de amor: recordar a los fieles difuntos, ponerles un nuevo paño para el resto del año y se sientan queridos, platicarles o cantarles una oración a la luz de las velas.



Fue su abuela quien le enseñó a María Concepción esta tradición. Ahora es ella quien la en compañía de su hijo y su nieta para transmitirles la misma enseñanza que heredó de sus antepasados. Desde un mes antes se dedica a bordar los paños para su papá, esposo e hijo que yacen en el cementerio, desde hace treinta años el que más. Recientemente acaba de fallecer Evelia, y señala que tienen que hacer un “huequito” pues ya no cabe en la osamenta familiar.

En el emblemático panteón también existen osarios abandonados, muchos porque sus familiares se casan o porque se convierten a otra religión y ya no van a visitar sus difuntos. Eso no es impedimento para la misa que se realiza el 1 y 2 de noviembre en el cementerio del pueblo. Las familias acuden puntuales y alegres a recibir a sus difuntos para culminar la celebración del Día de Muertos.


LIMPIEZA DE HUESOS EN POMUCH, CAMPECHE, 2019.


Aproximadamente son tres años de espera para poder limpiar los huesos y asegurarse que estén libres de tejido orgánico. En algunas ocasiones puede llevar más tiempo, la duración del proceso de descomposición varía según el clima y otros factores. Esto no impide que algunos pomuchenses cumplan con el tradicional ritual.

LOS "PIXANITOS".
El 31 de octubre es el día en el que se conmemora a los “pixanitos” y en la Villa de Pomuch no es la excepción. El “Hanal Pixan” o “Día de Muertos” es un día de convivencia entre vivos y muertos y las familias pomuchenses que han perdido a un ser querido, desde temprano comienzan sus compras para tener listo su altar con las ofrendas y recibir a las almas pequeñas que se les han adelantando.


La Sra. Gloria Canché Chablé, mantiene viva la tradición al poner el altar en honor de su bebé que perdió hace 17 años. En su altar se puede encontrar merengues, pan de muñequitos, camotes, dulces de coco adornados con papel de colores para llamar su atención; velas y veladoras de colores para que les indiquen el camino del camposanto al hogar familiar, flores y un plato de comida elaborado especialmente para el pixanito.



Su nieto Aldo mantiene en su pie un hilo rojo o una cinta de 7 nudos (por los 7 pecados capitales) pues se tiene la creencia que con ello las ánimas no se los llevarán al otro lado cuando los visiten. La Sra. Gloria cuenta que dentro 8 días hará el “Bix” con lo que despiden a los pixanitos.

Desde muy temprano las familias realizan sus compras: flores, pan, dulces y la comida preferida para llevar al altar y de esta manera el "pixanito se sienta" bien recibido.

El Sr. Gabriel es uno de los panaderos locales de la comunidad de Pomuch. El horno esta ubicado en el patio de su casa y es donde elabora los tan conocidos "pan de muñequitos" muy solicitados para los altares de los pequeños difuntos. En los altares se puede encontrar merengues, pan de muñequitos, camotes, dulces de coco adornados con papel de colores para llamar su atención; velas y veladoras de colores para que les indiquen el camino del camposanto al hogar familiar, flores y un plato de comida elaborado especialmente para el pixanito.

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